En los últimos meses gran cantidad de martiseños han salido en busca de un futuro mejor lejos de su tierra: Brasil, Guyana y Uruguay los destinos más frecuentes. Vivir lejos de tu lugar de origen implica una mezcla de emociones. Al principio, es común sentir entusiasmo por lo nuevo: otra cultura, nuevos paisajes, idiomas diferentes, personas distintas. Todo parece una aventura. Sin embargo, con el tiempo, aparece la nostalgia. Extrañas los sabores de tu comida, el clima al que estabas acostumbrado, las costumbres, el idioma materno, y sobre todo, a la gente: familia, amigos, tu comunidad. Las celebraciones, los pequeños detalles cotidianos y hasta los sonidos del lugar de origen adquieren un valor especial en la distancia. En las próximas ediciones traeremos testimonios reales de aquellos que viven fuera de nuestro pueblo.
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